Quienes han
visitado Nueva York, concuerdan que la magia comienza al ocultarse el sol, cuando
la Gran Manzana se enciende y se pueden observar todas las calles neoyorkinas
iluminadas.
Sandy arrebató
la magia al sur de Nueva York, la ciudad se dividió entre la luz y la
obscuridad, millones de habitantes no cuentan con electricidad. Durante el día
los neoyorkinos recuperan algo de su actividad, sin embargo, al caer la noche
la preocupación vuelve a las vastas zonas que se convierten en la
representación de una ciudad fantasma.
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